miércoles, 6 de julio de 2011

LA HIENA Y EL MONO

En la llanura africana merodeaba una hiena hambrienta que tenía ya algún tiempo que no saboreaba la carne tierna de mono, pues ocurría que cuando intentaba acercarse al grupo de primates, un ave desde lo alto de la copa del árbol con sonoros graznidos les advertía del peligro y éstos corrían para protegerse, así que soñó con deshacerse del ave que tantas veces le había estropeado la cena.
Un día de suerte encontró a un par de macacos, separados del grupo,  Contuvo el instinto de saciar su hambre en ese momento con ellos, pero se le ocurrió que era mejor asegurar  para siempre su alimento, por lo que  cerrándoles el paso de un salto les dijo;  “Les perdonaré la vida a cambio de que hagan lo que les diga, por otro lado, si me sirven bien, se convertirán en el jefe de su grupo y vivirán plácidamente y a todo lujo, pero si me fallan, me los comeré en la primera oportunidad…” Una vez aceptadas las condiciones de la hiena se apuraron a regresar con el resto de la tribu.
De acuerdo al plan de la hiena, delante de sus compañeros aprovechaban toda oportunidad de criticar y maldecir al pájaro que tantas veces les había servido: “¿Por qué tenemos que trabajar en tanto ese pájaro se mantenga callado?” chillaba uno  “¿Por que cuando grazna esa ave, siempre aparece la hiena?”  Apuntaba el otro. Algunos monos pensaron;  “¿Será el pájaro el causante de nuestras preocupaciones y desgracias?”,  Uno de los monos traidores, sintiéndose ya el rey ordenó; ¡Acabemos con él y nuestra vida será tranquila y despreocupada! Escuchando el alboroto que los monos hacían, el pájaro decidió marcharse y dejar que aprendieran la lección.
Felices festejaron los monos principalmente los que se convertirían en rey y su “ministro de justicia” pero poco les duraría su dicha, pues al día siguiente la hiena se presentó sin advertencia alguna para comer… Después de hartarse amenazó que regresaría cuando sintiera hambre de nuevo…
Mal la pasaron los monos, pues en adelante no pudieron cerrar un ojo pues no sabían cuando la hiena sentiría hambre de nuevo, ni quién sería el siguiente para el menú.
¿Habrá sido acertada la decisión de los monos? Solo el tiempo lo dirá… si es que lo hay y si la hiena deja algo que salvar.

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