miércoles, 10 de agosto de 2011

GRAN ESPECTÁCULO DE CIRCO SE PRESENTO EN MORELIA



Al ingresar al recinto los asistentes fueron delicadamente  llevados a sus asientos por un elegante y misterioso personaje, que muy atentamente los instruyó sobre el espectáculo que habría de venir
 
Por supuesto ni mas ni menos, el brillantísimo Don Julio re-jalado, maestro de ceremonias cuidó cada detalle para que todo saliera de acuerdo a lo planeado, pues fue  notorio el tiempo dedicado a los ensayos,  para anunciar la presentación de el Gran Lalo, afamado cuentista profesional que deleitó al respetable con una historia de terror y fantasía que  llevó al publico al éxtasis y las lágrimas. Aún no nos reponíamos de la emoción cuando repentinamente, de una espesa nube de humo apareció el gran mago Don Rigo Cordeles, cuyo acto consistió en desaparecer ante la vista de todos un gran pastel de 119 pisos, también  hizo gala de su destreza como hipnotizador pues con tan solo apuntar su varita a una sección del auditorio la sometió a su completa voluntad; ordenándoles realizar toda clase de suertes auto-denigratorias, algunos inclusive, fueron regresados hipnóticamente a su etapas mas infantiles o convertidos en asnos (hubo quien aulló), igual hizo gala de su perfecto dominio del difícil arte de la “multiplicación de votos”. Al final del acto el auditorio aplaudió de pié.
 En el espectáculo no faltaron los animados payasos destacando uno en particular, que disfrazado de diablito con sus travesuras hizo de las delicias de los niños demostrando ser el rey del ridículo.  La gran sorpresa de la tarde, fue el gran susto que dejó pasmado al público cuando se dio cuenta que quien actuaba como el sorprendente mago,  en realidad era un muñeco de madera delicadamente tallado y vestido con un primor pocas veces visto,  todo era parte del acto del Gran Zamorita, el maestro emérito en Artes oscuras y afamado ilusionista quien mostrando sus destrezas, dio cátedra de control mental y ventriloquismo. Era el mismo personaje misterioso  que inicialmente acompañara a los asistentes a sus asientos No conforme con tal despliegue de magia; ante la mirada incrédula de la concurrencia se materializó un gran prodigio de levitación no sin la colaboración de dos asistentes que si bien no eran muy inteligentes ni bellas, resultaron ser de una presteza admirable al atender las indicaciones de su portentoso maestro, quien evitó por un lapso considerable de  tiempo, la caída de muchas cosas por su propio peso. Fue una tarde desbordada de ilusión que quedará grabada en la memoria de los asistentes como uno de los más grandiosos espectáculos.

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