IMPUESTO POR EL AIRE
Antonio López de Santa Anna en 1853 seguramente por consejo de algún
lame-botas de ésos que nunca le faltan a la gente en el poder, tuvo la gran
ocurrencia de cobrar impuesto por el
aire que los ciudadanos consumían inevitablemente, así que ni tardo ni
perezoso, decretó una contribución de un real por cada puerta y cuatro centavos
por cada ventana de las casas, también, un impuesto de dos pesos mensuales por
cada caballo frisón (robusto) y un peso por cada caballo flaco; además, un peso
al mes por la posesión de cada perro. Por lo visto los tiempos no han cambiado
mucho, pues siguen existiendo los lame-botas, los presidentes fastidiosos y el
afán de jorobar al pueblo con cada vez
más impuestos.
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