No es que no lo viéramos llegar, más bien es la continuación de lo que
hemos visto administración tras administración; sean priistas o perredistas,
esta nueva versión significa mayores limitaciones para los trabajadores, y no
nos referimos precisamente a la cuestión salarial, sino que se exigirá
cumplimiento de metas con cada vez menos recursos; el problema surge cuando de
plano se niegan los recursos mínimos para que los trabajadores operen, pues ya
hemos visto cuando menos en la Junta de Caminos, topógrafos impedidos para
asistir a las obras a efectuar la correcta supervisión por falta de
combustible, o la completa inmovilidad de las cuadrillas de conservación por
falta de materiales asfálticos, laboratoristas limitados a realizar las pruebas
necesarias en los tramos con el consecuente detrimento de la calidad en las
obras y carencias sin fin, mientras que por otro lado, se sub-contratan
servicios con empresas particulares que como intermediarios, lejos de permitir
bajar costos, los multiplican… vehículos
oficiales “comisionados” los fines de semana a distintos centros de
esparcimiento, contratación desmedida de personal que “repentinamente” resultó
necesario, entre otras incongruentes medidas adoptadas por anteriores
administraciones, pese a las respectivas medidas de austeridad emitidas en su
tiempo. Veamos si la actual administración realmente cumple y rompe con esos
viejos vicios que algunos ven como una alegre tradición solo aplicable a los
del sótano de la estructura de empleados.
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